miércoles, 25 de abril de 2007

BARRA DE SUSHI


El alcance de la publicidad. Un tema que Adaní Vázquez Rodríguez reflexiona. Adaní estudió un año en la Universidad Complurtense de Madrid, empezó su carrera hace tres años en Saatchi & Saatchi como copy y ahora trabaja en Oveja Negra. Responsable de piezas cómo “Aparabuses Charly” y “ Mi primer Gol” de Old Spice , los dos, finalistas en Círculo de Oro. Maneja cuentas como Tennis Charly, Epura, OCC Mundial, Bedoyecta.

La delgada línea roja

¿La publicidad se vuelve propaganda? ¿La propaganda es publicidad?
Propaganda: Toda aquella comunicación que busca cambiar ideologías, para conseguir cierto tipo de poder.
Publicidad: Todas aquellas herramientas de comunicación que buscan convencer al consumidor acerca de un producto y/o servicio.
La diferencia entre una y otra es clara, no es lo mismo hacer una campaña de tenis, a realizar una campaña donde el mensaje sea “ Ve a la guerra y muere por la patria”. Existen tipos de publicidad, comercial, de bien social, ¿política? y los objetivos de cada una, en la práctica, no suelen ser tan claros.

Cómo cambia la sociedad, cómo se rompen esquemas y se crean nuevos, a través de la cultura. Los medios de comunicación se han convertido en una parte importante de la cultura de los pueblos, el cuarto poder, “Es totalmente cierto, lo vi en televisión”. Son enormes los campos influenciados por la publicidad; tan es así que ella ha llevado a candidatos a la silla presidencial cambiando totalmente el rumbo de un país, ha concientizado con el fin de que instituciones como la Cruz Roja sea tomada en serio, nos enseña estilos de vida a través de un refresco y nos vende cosas.

Su “poder” quizá no debería tomarse tan a la ligera. La pregunta está ahí ¿qué significa hacer publicidad?, específicamente para los que día a día tenemos que ver con el quehacer publicitario. Creo que el punto está en saber, que trabajamos con mentes, y lo que eso significa. Los verdaderos publicistas analizan y saben, qué existe debajo de la punta del iceberg, porque ese es su trabajo, estar “por encima” del pensamiento común, observar, conocer, analizar, hacer algo ordinario de una forma extraordinaria, el arte de convencer.

En ese trabajo, en ese proceso de convencimiento nos vemos influenciados por la visión personal, y esto nos pone en una encrucijada, no hace tomar decisiones. Es decir ¿podemos ser musulmanes y hacer publicidad para una marca de jamones; podemos ser feministas y hacer una estrategia de comunicación para AXE?, ó lo contrario, crear anuncios que siempre vayan en línea con nuestros valores y forma de ver la vida; una pregunta que lanzo al aire, sin ninguna intención de dar una respuesta que sea la verdadera.

Estamos siempre parados en una delegada línea roja donde es muy fácil perder la objetividad, la ética, el profesionalismo. ¿Es ético darle atributos inexistentes a un producto?; ¿es profesional lanzar una campaña gráfica que comunique un tema de extrema sensibilidad como lo es la despenalización del aborto, y ni siquiera firmarla?.
El problema no está en decir las cosas, está en no hacer análisis de los posibles resultados, de las reacciones de una masa que en colectividad se vuelve más peligrosa que en su individualidad. No es que lo diga yo, lo dice la historia, la publicidad y sus mensajes son capaces de polarizar a una sociedad, de satanizar formas de pensar y crear sentimientos
negativos en la gente. La publicidad, comunica, convence, no dictamina, ¿o sí?

Creo que cuándo dejamos de vender marcas y comenzamos a vender ideologías, el criterio de lo que sacamos a la calle debería ser más profundo, más honesto, alejarnos de la doble moral. La buena publicidad en cualquiera de sus inesperados ramos es aquella que usa argumentos racionales, refleja la vida cotidiana y la trasciende. La publicidad vive del presente, pero es anunciante del futuro. Si nos consideramos como tales, anunciantes del futuro, este futuro y esta trascendencia nos debe mas que preocupar ocupar.

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