martes, 20 de marzo de 2007

Barra de Sushi


SOY CREATIVO Y A LO MEJOR AL RATO SE ME OCURRE ALGO
Por: Alberto Juárez/ Diseñador Editorial

Alguna vez fui abogado. Usaba corbata, jugaba mucho dominó y bebía cubas. En la escuela fundamos varios periódicos que la censura nazi nos cerró. Las tardes pasaban lentas y pesadas como códigos civiles. Piensen en un lugar árido, como el desierto: así era estudiar Derecho en La Salle. Pero, de eso no cabe duda, todos teníamos algún tipo de pasión. Aún cuando la información legal está protegida por la el famoso secreto profesional, todo mundo sabía cuáles eran los mejores despachos, qué abogados eran socios, cuáles eran sus clientes, el estado de los juicios. Y en realidad les digo, que averiguar y saber todo eso era aburridísimo.

Ahora, después de haber sido editor de una revista, estoy en esto de la publicidad, dirigiendo un taller de aspirantes a creativos publicitarios. El método para entrar es mediante entrevista donde vemos las aptitudes de las personas, el asomo de talento, sus conocimientos publicitarios, la actitud, pero, sobre todo, sus ganas. Así me pude dar cuenta de que aún cuando la información en publicidad es totalmente pública, cuando en internet o revistas puedes saber cuáles son las principales agencias de publicidad, cuáles son los creativos, qué cuentas hay, cuánto cuesta hacer un comercial, cuánto gana un creativo, qué wisky prefiere, la mayor parte de los entrevistados no saben dónde quiere trabajar, ni quién dirige la agencia, ni qué campaña internacional le ha gustado más. En otras palabras no sabe quién va a ser su jefe ni qué wisky toma.

Una vez que entran al curso o a una agencia de publicidad sienten que su cerebro es una fuente inagotable de creatividad, que pueden estar buscando durante 10 horas el mejor-peor video de YouTube y en cinco minutos resolver una gran campaña mundial que seguro ganará Cannes. Luego, cuando les tiran sus ideitas se aferran a ellas como naúfrago al tronco. Ya lo dijo en otras palabras (y en portugués) el famoso creativo Eugenio Mohallem en su Manual del Trainee*: “Quien defiende mucho una idea es porque quizá no tiene muchas”

Yo sé, porque muchos creativos lo dicen, que una idea es como un hijo. Y aunque a uno le salga un hijo medio feito, pues uno lo va a ver con amor y va a decir: “¡Ay está rechulo mijo!.” Pues en publicidad tendrán que dejar que les digan muchas veces que
sus hijos no sirven y lo peor, ustedes tendrán que admitirlo.

¿Una solución para este súbito abandono del ego? Trabajen mucho, piensen mucho, vean mucho, sean muy chismosos, oigan todas las canciones que puedan y, sobre todo,
lean mucho.

La mayor parte de las escuelas como en la que estoy, la mayor parte de los cursos de profesionalización y las escuelas de regularización viven de un bien cautivo y seguro: su flojera.

Rubén Ruiz Soriano
Feliz exabogado
*Lean el Manual del Trainee, es buenísimo y gratuito si lo buscan en Internet.

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